Esta situación le está costando al Gobierno
en credibilidad más, mucho más, de lo que jamás pensó, y está sucediendo así porque, en mucho, el
propio gobierno, y no los demás, es responsable de ese desánimo que ha generado
en torno a si mismo.
Aparte de buena fe, y el gran ánimo, esperanza y expectativas positivas
generadas en la población y agentes económicos a partir del triunfo en julio de
2012, que necesidad había, que bases
tenía el gobierno recién entrando de haber pronosticado y autoimpuesto un
crecimiento del 3.5% para 2013, -que por cierto terminó en 1.1%, ó sea, prácticamente
una tercera parte de lo que se había propuesto- cuando al menos en 40 años, lo
que siempre ha sido es un crecimiento en promedio del 1.1% al 2.2% , según los
años que se tomen, lo cual no iba a cambiar en un año porque, la verdad, no era
posible.
Y bueno, ya el remate de la
inconformidad o presión de la población
y agentes económicos está en que, a lo
que desafortunadamente siempre ha sido, o sea, bajo crecimiento económico, el
del año pasado no fue diferente, y éste mayormente no lo será, ahora han dado
con querer manejarlo, verlo, difundirlo, y llamarlo recesión, como si México se
encontrara en recesión económica, cuando lo observado ni es recesión, ni por consiguiente tampoco México
lo está.
Lo que sucede es que hay una
confusión, y seria, entre ritmo bajo de crecimiento económico, y/o
desaceleración económica, con recesión, cuando son diferentes.
Para que se pueda hablar de recesión no hay que hacerlo porque haya ritmos
de crecimiento bajos, sino porque no los haya, ni bajos, ni desaceleración,
sino lo que haya sean cifras negativas, lo que implica que haya no solo no crecimiento,
sino, es importante la diferencia, que haya decrecimiento económico, vaya, tal como
sucedió en la crisis de 2009, en que el PIB decreció, fue negativo, tuvo decrecimiento
o crecimiento negativo de -6.4%, lo cual
no ha sucedido ni el año pasado, ni sucederá tampoco en este. Se trataría entonces de crecimientos negativos promedio del
PIB en general, y no de algunas actividades económicas, que sí puede suceder.
EEUU tiene ya siete
años con un PIB promedio de 1.1%, y no se dice que esté en recesión, porque no lo
está, está con un ritmo de crecimiento bajo, como lo está México, a veces ambos
con desaceleraciones económicas, pero no en recesión, que es otra cosa.
Otra situación que en mucho ha estimulado esta mala percepción sobre el crecimiento, y no tiene ningún
sentido más que desestabilizador y desanimante,
es esa discutidera, analizadera o como se le quiera llamar, de que un día sí, y el otro también, se esté
siempre con el tema de estar ajustando el pronóstico anual sobre el PIB, lo cual no tiene
sentido.
Por eso está muy bien lo que hizo ahora la SHCP, de no ajustar nada hasta
que haya cifras oficiales del Inegi del primer trimestre, pero malo que por lo
mismo las vaya a modificar a la baja, cuando muy seguramente volverá a
ajustarla después, hasta que coincidan el pronóstico con los reportes oficiales
trimestrales del crecimiento de la economía, por lo que habría que validar si no
es mejor esperar al del final del ejercicio para reconocer y saber de cuanto
fue la diferencia en un sentido u otro en relación a lo estimado, vaya, como
siempre antes se hizo, no se estaba cambie y cambie el pronóstico durante todo
el año, y no sucedía nada negativo, sino al contrario, no había tanta
especuladera negativa como ahora, que a todos afecta.
Que las predicciones del PIB las modifiquen si tienen que hacerlo Inegi y Banxico, pero no
tiene por qué estar haciéndolo la SHCP, sino reconocerlo cuando Inegi haya dado
los resultados finales del ejercicio.
Desafortunadamente el
problema que ya tiene para 2014 el gobierno con la estimación del PIB, ya también lo tiene para 2015, y faltan 7 meses para que
inicie, pues igual envió ya al Congreso en los precriterios para 2015 una cifra
de crecimiento de 4.7%, que para nada va a ser posible alcanzar, salvo descarrilando
el gasto, deuda pública y estabilidad de precios, económica y financiera, con
la afectación negativa consiguiente a
toda la población, familias, empresas, ramas, y giros de actividad económica,
por aquello de querer lograrlo a toda costa, que no se debe permitir.
De una buena vez por todas es mejor modificar desde ya en el Congreso la estimación
del PIB para 2015, por la baja de presión de todo tipo que traerá consigo, que
mas apoya despresurizar, que tratar de lograr a toda costa, a costa de los
demás, en este caso a costa del propio País, lo que no será posible, no a ese 4.7%
estimado.
La estrategia del
Gobierno es muy clara. De 2013 al 2014 aumentaron el gasto público en casi
medio billón de pesos como incentivo para que la economía crezca hasta el 3.4%
señalado, confiando en que esa inercia de crecimiento continúe en 2015 y en
adelante, pero ya no por un aumento al gasto público desmedido como sucedió
para 2014, sino porque las reformas efectuadas empiecen a dar sus resultados,
lo cual, por lo que ya se ha visto, se antoja todavía algo difícil, pero lo que
no será positivo para nadie, para nadie absolutamente, es que, porque el
beneficio de las reformas todavía no trasciendan a la economía, vuelva a
estimularse el crecimiento económico a través del gasto público, hacerlo otra
vez sería catastrófico. .
Siempre han sido demasiado los beneficios que se le han querido atribuir a
las reformas estructurales derivadas del Pacto en cuanto a favorecer la
actividad económica, y bueno, es clarísimo que si ayuda, y mucho, quitarle a la economía tantos cuellos de
botella como sea posible para que despunte, pero bueno, tampoco puede esperarse
que sus repercusiones en la generación de producción, empleo y salarios sean de tan corto plazo, y eso es
justamente lo que está sucediendo, que se están queriendo ver ya esos
resultados, y todavía falta.
El problema está en el
voto de castigo que seguramente le estará infringiendo al Gobierno la Población
en la Elección del próximo año, pero no por ello se debe arriesgar el bienestar
colectivo con medidas de estímulo al crecimiento que acaben con la estabilidad económica,
de precios, financiera, y tipo de
cambio, por un gasto público excesivo, sin sustento ni base alguno, porque
sería regresar a los círculos viciosos de inflación-devaluación, que afortunadamente
ya quedaron atrás.
Es cuestión de
identificar el trasfondo real por el que la economía no crece,
Y no crece tan simple y sencillamente por lo obvio, porque no hay trabajo, no hay
empleo, y el 90% de la población apenas tienen para salir adelante,
Pero todavía el mayor problema que hay es porque, salvo de quienes Ud. ya
sabe, los sueldos y salarios de la población son extremadamente bajos, y ahí
está la estadística que lo comprueba.
Y bueno, ya si a eso, que es la causa principal por la que la economía no
crece se le suma una reforma fiscal que les toma parte de sus ingresos para
subsistir, Reforma Fiscal que no termina de entender, dijera el ex Secretario
de SHCP y Ex director del Banco de México, bueno, pues así está siendo la aceptación
o negación que le está dando la población al Gobierno, y al Presidente Peña
Nieto.
Ahora, ¿ quiere el Gobierno realmente empezar a resolver desde ya el
problema del bajo crecimiento económico, en tanto las reformas estructurales
empiezan a dar sus resultados en producción, empleo y salarios, y desea un
mejor panorama ante la población para lo que viene, y de ahí en adelante¨?
Entonces lo primero que
hay que hacer es fortalecer, no debilitar lo que ya hay, y como lo que hay es una
clase trabajadora con sueldos y salarios que apenas dan para vivir, entonces
hay que fortalecerlos.
Cómo?
Dejando de percibir ingresos, pero beneficiando directamente a la economía,
a las personas, a las familias, a las empresas, permitiéndole a las empresas que
deduzcan de sus pagos de impuestos todos
aquellos aumentos, léase bien, aumentos,
a los sueldos y salarios de los trabajadores a quienes comprueben que lo hayan hecho, hasta por el
límite de compensar en el pago del impuesto lo que les hubieran aumentado, pero,
que no implicara y fuera límite, que no hubiera nada de devoluciones que
pudieran surgir de la aplicación de la medida.
El gobierno no tendría mayor
problema para compensar esos impuestos que ya no obtendría, siempre y cuando haga
esa Reforma Presupuestaria a fondo que
tanta falta está haciendo,
para que termine de una buena vez con todas esas corrupciones legalizadas
que existen y se otorgan porque vienen
en el PEF, en cuanta partida se les antoja,
Eliminar tanta multiplicidad de
programas existentes en todo el sector público,
donde todos cubren a los mismos
universos desde diversos ángulos,
y de plano, meterle
mano, pero en serio, para que el PEF sea ya más rentable, poniendo un candado para que ningún nuevo programa se autorice si quien
lo solicita, sea quien sea, no cancela otro a cambio. Tan simple como una
acción así, para evitar tanta barbaridad que en aras del asistencialismo social
improductivo se hace.
La medida se puede completar , y
generaría buen ánimo para lo que viene si, partiendo de que el Acuerdo de Certidumbre Tributaria
del Gobierno con el Sector Empresarial establece que no habrá ya aumentos a los
impuestos en el resto de la administración, muy bien, entonces que no haya aumentos, pero si disminuciones.
Por consiguiente, bajar la tasa del 16% al 10% del IVA, generalizándolo para
todos los giros y ramas de la actividad económica, sin excepción de ninguna
naturaleza, los beneficios que la medida traería para todos no está en duda,
pues por mas que se graven alimentos y medicinas, los que menos tienen se
verían favorecidos con ese 6% que ya no pagarían en todo lo que gastan
diferente a esos dos conceptos, que es una proporción de al menos 40%,pues no
solo de alimentos y medicinas viven las personas, por lo que se beneficiarían
en todos sus consumos diferentes que con sus percepciones hacen.
Y como se dice
comúnmente, si encarrerado el ratón, se fortalece la autoridad en el Gobierno,
se facilita la Inversión Extranjera a todo lo que de, como se ha hecho en
China,y se ponen tasas fija, accesibles y únicas del ISR para empresas y
personas, otro México habría, no hay duda de ello, y con motivo de este impasse
entre resultados de las reformas y
crecimiento económico, con la situación del 2015, sería oportuno y positivo.
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